jueves, 26 de septiembre de 2013

SOCIALISMO Y POBREZA

Discurso del Senador Rubén Giustiniani en la inauguración del primer monumento a Alfredo Palacios en Rosario (23 de septiembre del 2013)

Hoy es un día especial. 100 años se cumplen de un 23 de Septiembre de 1913 donde Alfredo Palacios, en un Congreso de La Nación de 119 diputados conservadores representantes de la oligarquía, arrancaba una ley fundamental. La ley contra la trata de personas, se llamó la ley contra la trata de blancas y la rufianería porque era la ley que debía proteger a aquellas mujeres que llegaban engañadas, polacas, rumanas, para ser explotadas sexualmente en los prostíbulos en la Ciudad de Buenos Aires. Que adelantado Palacios dando respuesta a esa realidad de aquel tiempo del país, pero que adelantado cuando a 100 años hoy todavía tienen tanta vigencia estas leyes contra la trata de personas cuando todavía hoy este flagelo nos golpea tan duramente.
Que adelantado Palacios, ese joven diputado que ingresó al Congreso de La Nación en 1905 por el voto de los ciudadanos del barrio de La Boca, que puso un cartelito cuando se recibió de abogado en su estudio en La Boca que decía “Alfredo Lorenzo Palacios, Abogado, se atiende gratis a los pobres”. Porque Alfredo Palacios desde su misma juventud eligió el lugar para luchar contra la pobreza en la República Argentina, a favor de los desheredados, a favor de los trabajadores, y por eso su primera gran obra fue esa tesis para recibirse de abogado, en una Argentina que crecía y que era potencia, que se desarrollaba y se insertaba en el sistema capitalista, esa Argentina de la súper explotación de los niños y de las mujeres en las fábricas, y de los trabajadores en el puerto de La Boca, esa obra que se llamó “La Miseria en la República Argentina”.

En el marco de una Argentina que no quería escuchar que se hablara de los pobres, Palacios dio respuesta contra esa explotación. Por eso, sus primeras leyes que arrancó a ese Congreso fue el agua para los conventillos, esos conventillos que son las villas miserias de hoy, por eso esas leyes de Palacios, como la Ley de la Silla para que se sentaran las mujeres que trabajaban 15 horas en las fábricas textiles, contra el trabajo de los niños que eran explotados en esas fábricas, el impuesto a la herencia, porque Palacios denunciaba este sistema que cada vez hace más ricos a los ricos y cada vez más pobres a los pobres. Que vigencia de su pensamiento y de su acción, por eso la ley contra la trata de personas fue un gran avance para combatir ese flagelo.
Ese es el homenaje que hoy le rendimos a Alfredo Palacios, no solamente para traer su figura a estas calles de Rosario que es muy importante. A esta Facultad, a esta esquina Alfredo Palacios muy cerca de la Casa del Pueblo en la que estuvo muchas veces en las que habrá recorrido seguramente estas veredas. Y cuando le rendimos este homenaje en la puerta de la Facultad de Derecho, recordamos también al maestro de la juventud, quien fue reconocido por los estudiantes de América Latina como su representante, porque después de haber sido Decano y después de haber sido Rector y Presidente de la Universidad de La Plata, Alfredo Palacios dedicó su vida a la educación y a la juventud.

Esto es lo que rescatamos de este gran hombre, sus grandes leyes que significaron el inicio de la justicia social en la República Argentina, porque con Palacios llegó la cuestión social al Parlamento argentino. De esta manera queríamos significar este emplazamiento, para que cuando nos pregunten los niños y los jóvenes quien es este señor, podamos decirles Alfredo Palacios el gran socialista de Argentina y de América Latina.
Junto con Alicia Moreau de Justo decimos “lo consagró el pueblo al cual tanto amo, en quien confió en lo más duros trances, para siempre su recuerdo vivirá unido indisolublemente a la defensa de la democracia, erguido ante las dictaduras, abierto los brazos a la masa desheredada, la frente mirando al porvenir que, para él, toma el nombre de socialismo”.

viernes, 13 de septiembre de 2013

LA BAJA DE LA EDAD DE IMPUTABILIDAD Y LOS CAZAVOTOS

Se ha instalado, como en otras oportunidades, el debate sobre la baja de la edad de la imputabilidad de los menores. Y como en tantas otras oportunidades el debate se da mal, intencionadamente. Alguna vez se dio ante un hecho dramático, hoy se dispara por necesidades electorales de candidatos para congraciarse con la opinión pública y subir algún punto en las encuestas.
 
El socialismo se opone a la baja de la edad de imputabilidad, porque los menores, precisamente por serlo, necesitan un tratamiento diferenciado de los mayores. El socialismo impulsa un Régimen Especial Juvenil de tratamiento del delito que no los exime de responsabilidad y sí establece jueces y fiscales especiales, institutos especiales y penas acordes a su realidad, como lo aprobamos en el Senado y nunca quiso tratarlo el oficialismo en la Cámara de Diputados. Llama la atención que sea el mismo oficialismo el que hoy dispara el debate.
 
Nuestro país se comprometió, por ser firmante de la Convención de los Derechos del Niño, a sancionar un Régimen Especial Juvenil y a designar al Defensor de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes; además de este incumplimiento, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Argentino por tener a dos jóvenes de 16 años en cadena perpetua con un régimen vigente de la época de la dictadura.
 
Argentina padece un profundo problema de exclusión social que se refleja en millones de jóvenes que no estudian ni trabajan, y viven en condiciones de marginalidad, privados absolutamente de todo. El verdadero problema se asume atacando sus causas. Para ser duros con las causas del problema debe haber un fuerte y mayor compromiso en el desarrollo de políticas de estado nacionales, provinciales y municipales hacia la adolescencia y la juventud a través de la educación, la cultura la salud y el trabajo.
 
Ningún pibe nace chorro, como dice la canción, “un mimo y un libro a tiempo puede más que tu temor”

jueves, 5 de septiembre de 2013

LA GUERRA Y LA PAZ

En una carta enviada desde Rusia a Mahatma Gandhi el 7 de septiembre de 1910, León Tolstoi coincidía con la experiencia de la no violencia que el Mahatma estaba desarrollando en la India y que culminaría décadas después con el triunfo sobre el ejército más poderoso de la tierra que era el de Gran Bretaña.
 
Gandhi liberó a la India sin armas, sin tirar un solo tiro, con un telar y una cabra, movilizando las explotadas energías de todo un pueblo.
 
Hoy el mundo asiste absorto al retumbar de los tambores de la guerra. Como ayer fueron Afganistán e Irak, hoy lo es Siria.
 
El régimen de Al Assad es un régimen corrupto, una dictadura sangrienta, pero sabemos que cuando los misiles caigan sobre Damasco morirán miles de niños, mujeres y ancianos inocentes.
La diferencia clara entre la guerra y la paz es la misma que separa la vida de la muerte.
 
En 2010 el presidente Barack Obama recibía el Nobel de la Paz “por sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”. Se viven horas decisivas, que pondrán en tela de juicio dicha resolución.