lunes, 20 de septiembre de 2010

LA MASACRE DE TAMAULIPAS


Setenta y dos inmigrantes, la mayoría centroamericanos, fueron masacrados el pasado 21 de agosto en el estado mexicano de Tamaulipas, por una banda de narcotraficantes.

Los cárteles reclutan gente entre los desesperados migrantes para pasar la droga a los Estados Unidos.

Las víctimas fueron secuestradas y al negarse a ser reclutadas terminaron siendo asesinadas.

La noticia duró un día en los medios de comunicación, hasta que una nueva tragedia en otro lugar del mundo o allí mismo en la frontera mexicana - estadounidense ocurra, el desamparo de los migrantes solo lo conocerán ellos mismos.

El tráfico y la trata de personas, el tráfico de armas y el tráfico de drogas son los delitos más deleznablemente rentables en estos tiempos de la globalización. Nada o casi nada se hace a nivel global para atacar estos terribles flagelos.

Los países desarrollados ponen los consumidores, los del tercer mundo los muertos.

Un mundo globalizado que ofrece destino confortable y acogedor a los turistas y explotación y deportaciones a los migrantes.

Sarkozy, el presidente francés, es noticias por estos días, expulsando gitanos. Quizás sin rigor histórico, pero sí desde un punto de vista humanitario fue comparado con los nazis que deportaban a los judíos.

Otro presidente, el italiano Berlusconi cada tanto intenta subir en las encuestas a costa de perseguir africanos.

Avanza un populismo demagógico que apela a un discurso xenófobo y a medidas discriminatorias y racistas para con los migrantes. La ley Arizona en Estados Unidos, la Ley de Retorno en Europa, entre otras ” iniciativas” que se van contagiando entre sí y contradicen y violentan los tratados internacionales sobre la vigencia y protección de los derechos humanos.

La desregulación neoliberal global profundizó las diferencias de desarrollo entre países y dentro mismo de cada país.

Las gigantescas brechas de desigualdad son un signo característico de estos tiempos. Mientras haya pobreza, hambre y necesidad de trabajo, por un lado, y luces de desarrollo y riqueza por el otro, habrá migrantes.

Mientras no existan medidas eficaces de carácter global de combate al tráfico de personas, de drogas y de armas y a la vez protección a los derechos humanos de los migrantes, cada masacre como la de Tamaulipas, volverán a repetirse. Estando así el mundo más cerca de la barbarie que de la civilización