sábado, 4 de abril de 2009

UN PRESIDENTE DECENTE
“Los mitos no acuden a la complicidad de nuestra razón, sino a la de nuestros instintos”
André Malraux

La movilización popular que acompaño los restos de Raúl Alfonsín en los tres días de duelo y despedida en el cementerio de la Recoleta, mostraron una adhesión de tristeza y recogimiento de importantes sectores de la ciudadanía inesperada en su magnitud.

Muchos interrogantes se abrieron:¿ cual es el legado de Alfonsín ?, ¿ cual es el balance de su gestión presidencial y de su liderazgo al frente de la Unión Cívica Radical ?, ¿Cuál fue su aporte al proceso de consolidación de la democracia y los derechos humanos ?.

Los griegos expresaban en el claroscuro, en las luces y las sombras, la significación dual de una misma realidad. Quizás con el paso del tiempo, la mirada objetiva de la historia la acerque a esa perspectiva. Alfonsín es el juicio a las juntas militares y las leyes de obediencia de vida y punto final, es el consejo de consolidación de la democracia y el pacto de Olivos, encabezó un gobierno con pocas reformas estructurales en lo económico y lo social que culminó en un proceso de hiperinflación que castigó esencialmente a los sectores populares. Fue un gobierno austero, respetuoso de las leyes y, fundamentalmente un gobierno honesto.

Luego de todo lo vivido en el país en los 25 años de una larga transición democrática la sola condición de dirigente político decente le otorga a Raúl Alfonsín un reconocimiento especial de la ciudadanía.

Alfonsín vivió y murió en el mismo departamento de la calle Santa Fe en la ciudad de Buenos Aires. Después de haber sido concejal, diputado provincial y nacional, senador nacional y presidente de la argentina no se enriqueció con la función pública. Quizás eso y solo eso en la tremenda crisis de legitimidad que tiene la dirigencia política con la sociedad, explique la respuesta espontánea de la ciudadanía ante su muerte.

No abandono nunca Raúl Alfonsín su humildad, su austeridad, su decencia. Contradijo aquello de que “el poder corrompe” porque se alejo siempre conciente “del poder absoluto que corrompe absolutamente”. Se acerco a lo que Andrés Rivera escribió del Gral. Paz en “Ese Manco Paz”: “no quería tierras el manco, y no había oro en tierra argentina que comprase al manco, y no había tributos ni homenajes que corrompiesen su voluntad”.

Simplemente por ser en la historia argentina un presidente decente Raúl Alfonsín es ejemplo para los jóvenes de nuestro país.